domingo, 6 de diciembre de 2015

Innovación 5.0


¿Realmente queremos innovar? El “buen rollito”
Parece bastante obvio que todas las empresas tienen un objetivo muy claro de innovar. La innovación es el horizonte de sus esfuerzos e inversiones y el objetivo al que se empuja a toda la organización. ¿Estamos seguros de que es así de verdad y no es una pose, un lugar común donde, como en todo lugar común, se está cómodo, pero ocioso?
Innovar no es cómodo, ni agradecido. Innovar supone estar cambiando hábitos, rutinas, estirando continuamente de la “zona de confort” y esto, no nos engañemos, no gusta.  Y es estresante y angustioso. Hay que “gestionar el cambio”: una aporía –problema irresoluble-, no nos engañemos. Fíjese Vd. en la última oferta de empleo que ha hecho su empresa: piden un perfil de “ejecutivo agresivo”, que venga a dar un nuevo aire y revolucionar su área de competencia,… pero ojo, ojito, en la última línea se le pide, sobre todo “don de gentes”, “mano derecha”, o sea, que no monte líos. Y sobre todo, sobre todo, que esto de la Innovación no me cueste dinero.
En mi experiencia personal, las empresas han requerido nuestros servicios cuando la cosa ya estaba muy mal (¿para qué hacer nada rompedor cuando todo funciona razonablemente bien?). En ese momento han aceptado con resignación y hasta con agradecimiento la cirugía, pero al cabo de un par de años se llega al cansancio por “tanto cambio”.
Esto NO es Innovación.
La Innovación sólo existe de verdad si es una rutina, una metodología, parte de la cultura de la empresa, donde de verdad, se valora a aquel que intenta diez cosas, aunque se equivoque en dos (la sabiduría popular dice que es mejor no tocar nada, no moverse, para no equivocarse, porque aquí a la primera ya estás enfilado). Es parte de los procesos de mejora continua. Y todo ello es MÁS trabajo, posibilidades ciertas de enfrentamientos con departamentos vecinos que se ven afectados por los cambios, lucha contra el inmovilismo. Sí, es cierto, todo esto es gestionable, pero no es fácil ni agradecido. Como siempre en estos casos, si no cuenta con el apoyo decidido por parte de la más alta dirección, olvídelo.
Como en muchos otros temas en IT, lo mejor que puede hacer es externalizar la Innovación. Sí Vd. no tiene ni tiempo ni recursos ni conocimientos metodológicos para hacerlo bien. Acuda a los expertos. Vemos a diario proyectos vitales para las empresas que estarán bloqueados durante años, y eso lo sabe el que lo ve desde fuera, y a aquél al que se lo han encargado internamente. Pero hay incomprensión en quien dentro de la empresa lo encarga, debido al empeño en que se haga internamente. Esos proyectos o no salen nunca, o salen tarde, o salen mal.  
Innovación tecnológica, de procesos, de productos, de mercados, etc. Sólo es posible estableciendo un proceso rutinario dentro de su empresa: Normalizando la Innovación. Y esto no se improvisa. Tan sólo considere los ocho estadios de madurez de su empresa en Innovación (inexistente, casual, ocasional, buscada, desarrollada, gestionada, optimizada, excelente), ¿en qué nivel está Vd.?
Tenemos en nuestra cultura ciertos rasgos que hacen especialmente dificultoso innovar. Una sesión de brainstorming es una buena forma de iniciar un proceso de innovación sobre un tema determinado. Pero su metodología cruje en nuestra cultura. El principio básico del brainstorming es que se aporten ideas, sin criticarlas. Y aquí lo primero que nos sale es la crítica, ora mordaz, ora jocosa.

¿Panorama desolador? No, ni mucho menos, todo lo contrario: de todo lo expuesto debe quedarse con la idea de que si Vd. es diferente, las oportunidades son extraordinarias. Decía Camilo José Cela hace años que en España la gente tiene muchas ideas, las debate en los cafés, pero no las pone en práctica; y en Alemania tienen menos ideas y peores, pero allí las ponen en práctica: “por eso España es un país de frustrados y Alemania un país de fracasados, pero es mejor ser un fracasado, haberlo intentado”.

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