sábado, 16 de octubre de 2021

CONSULTORES, KNOWMADS Y SMART WORKERS

CONSULTORES, KNOWMADS Y SMART WORKERS



Seguramente quien más sabía de consultoría era mi amigo José Ramón Jiménez de Garnica. Feliz cumpleaños amigo. La consultoría es pocas veces entendida, algunas veces denostada y muchas veces objeto de malos usos por parte del consultor y del cliente.  Es mal entendida y difícil de vender cuando no se sabe apreciar su valor. También cuando el consultor entiende que ya ha aportado lo suficiente. Nunca es suficiente. Es lo que caracteriza los mejores compañeros con los que he trabajado: las oportunidades no se acaban nunca, las posibilidades de que nuestro cliente mejore son infinitas en estrategia, en áreas operativas, de recursos humanos y sobre todo en Tecnologías de la Información. La transformación digital no es una novedad de este año. Lleva 40 años con nosotros, y el reto ha sido siempre cómo usar la tecnología para cambiar la empresa. Por ello, muchas veces, los proyectos informáticos frustran todas las expectativas del cliente, al que se había prometido el bálsamo de Fierabrás de las TIC, y lo que ocurre de verdad es que se percibe que, antes de cambiar nada, se vivía mejor, felizmente hacia la ruina.

La consultoría es denostada por hacer sobreventa de expectativas, por no ser capaz a veces de coordinar internamente sus equipos, por preciarse de cautivar al cliente y que no sea precisamente por sus encantos.  También es denostada por no ser capaz de involucrarse en las necesidades del cliente más allá del proyecto.

Los malos usos se producen cuando el consultor no es capaz de conjuntar un equipo de profesionales que cubra las necesidades del proyecto. Existe un ánimo de facturación que no es loable, y que lleva a veces a asumir ciertas tareas que, de forma objetiva, sería mejor llevar a cabo con otra división interna o empresa externa.

Es un trabajo excitante, el mejor,  José Ramón.  Tener la oportunidad de conocer una nueva empresa al detalle en cada proyecto, escuchar al que más sabe, que es quien lleva allí toda la vida, aprender, debatir alternativas, ser imaginativos, cuestionar la historia, buscar nuevos retos, consensuar.  Y hacer que las cosas salgan adelante (no sé dónde hicimos el benckmark, pero es el lema de Riemann Venture).

Es también muy duro oficio, con sus sinsabores y sus frustraciones. Y muchos abandonan para pasar a “la comodidad del cliente”. Algunos hemos hecho este camino de ida y vuelta, intentando encontrar la mejor opción de servicio. Los que hemos pasado por esas idas y venidas -y hemos leído a Aristóteles-, sabemos que la Virtud está en el término medio, en la adecuada combinación de factores y de experiencias. Los que empezamos nuestra carrera profesional en consultoría -lo mejor que te puede ocurrir sin duda, estimado recién licenciado- y pasamos al cabo de los años al cliente -creyendo que desde dentro se podía hacer todo aquello que el cliente no podía abordar con un externo por falta de integración- aprendimos que nadie es profeta en su tierra y también aprendimos a gestionar recursos, siempre escasos por naturaleza, y volvimos, una vez aprendidos a la consultoría, ahora con una visión más completa y con más ganas y muchas veces con la impresión de un agradable dejà vu.

Ciertamente no sé cómo los primeros clientes en los que trabajé con 24 añitos en Accenture no me echaron a patadas el primer día por ignorante y, sin embargo, modestamente veo que aportamos un enorme valor sencillamente por tener la mente abierta, y la capacidad de escuchar del cliente el problema, y la solución. Y saber gestionarla adecuadamente

No, no es adecuado estar más de 4 y 5 años en la misma empresa. Eso lo saben bien los millennials. Las empresas tienen que cambiar -ya han cambiado algunas, el resto no sobrevivirán-, los trabajadores tienen que cambiar y tienen que entender que lo que está pasando es bueno: a sus padres les cuesta entenderlo;  a sus abuelos no.

Las grandes empresas no son capaces de captar talento, y si lo captan,  en unos meses lo han hecho desaparecer ahogado en la burocracia. Y si queda talento, faltan ganas. Pocos líos, y a esperar la prejubilación ... ¿y la muerte?.

Smart workers, knowmads, gente espabilada y con ganas. Gente que no quiere trabajar para otro. Descarados, ¿insensatos?,  no tendrán nunca una renta básica.  Tu madre te dirá que es una tragedia, pero tu abuelo te dirá que eso que haces está bien, millenial consultor, que ojalá él tuviera tus años y tus fuerzas.

Innovadores, incansables y evangalizadores.

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