La honestidad
sale rentable. Más bien, la deshonestidad sale carísima. Podemos recordar los
índices de corrupción mundial, -donde España ocupa una muy poco digna
posición-, y su correlación con la vitalidad económica de esos países. El
dinero es temeroso, por tanto el dinero va allí donde se ofrece seguridad para
una inversión a largo plazo.
Creo que la
frase que más daño ha hecho a este país en la historia reciente de España es la
de Solchaga: “España es el país donde uno se puede hacer rico más
rápidamente"”. No se trata –sólo- de hacer dinero a corto plazo, no se
trata de dar un pelotazo, hacer un desfalco o falsificar una contabilidad. Eso
no es “hacer dinero”, eso es hacer un daño enorme al tejido productivo del país
y a la sociedad. Esta sociedad tiene que cambiar, tiene que hacerse más ética,
porque siendo más ética y más solidaria ganamos todos. Y esto no es un brindis
al sol, esto es la observación de la evolución de este país –donde no se podía
hacer negocio sin contar un concejal, un diputado o un presidente de autonomía-
y de sus empresas individuales.
En las
inversiones que se han realizado en este país se observa que “falta algo”. Y
ese algo acaba siendo una causa interesante de paro. Uno va por el mundo y
observa que en España falta algo, y este algo es gente trabajando… Parece que
hay una relación directa entre los flecos de remate de la obra, de los
servicios que se prestan tras finalizar la inversión, y la parte que se esfumó
en comisiones…
En el mundo de
la empresa privada, y gran empresa privada, ocurre lo mismo: en las últimas
semanas hemos visto los hundimientos en Bolsa de una serie de empresas que no
han presentado las cuentas de forma clara (Abengoa), o que las falseaban
(Gowex), o de las que aparecían noticias de actuaciones poco honestas (Indra).
Es pan para hoy y hambre para mañana. Al final perdemos todos. Menos algún
espabilado –afortunadamente éstos, en los últimos tiempos, van siendo colocados
en su lugar: en la cárcel- .
Por tanto, no es
bueno alegrarse del beneficio rápido, del pelotazo, del chanchullo fructífero.
No es rentable. Y no es rentable para el inversor ni para la sociedad. No es
rentable porque las pingües ganancias del presente se evaporan en el medio
plazo.
No hay inversión
sin honestidad, sin cuentas claras, sin horizonte de medio plazo. Y sin
inversión hay paro, el paro que nos rodea.
También es
interesante observar la importancia de seleccionar buenas personas al frente de
las empresas. Cuando el mercado llega a conocer la personalidad –no sólo las
competencias de negocio- abstrusa de algún dirigente, su cotización se hunde. Porque
inmediatamente no nos podemos fiar de las cuentas de la empresa. Es obvio. Y en
sentido contrario, cuando un buen gestor (sólo una persona entre miles)
desaparece, la valoración de la empresa puede bajar en millones de EUR
(¿Acciona?).
¿Qué papel
juegan en esto las TIC?. Uno muy importante: unos buenos sistemas informáticos
garantizan que las operaciones contables son de fiar. Toda auditoría contable
tiene una parte de auditoría informática. Garantizar que las operaciones
contables son correctas no vale de nada si no se puede garantizar que luego no
se pueden alterar a nivel informático.
Sistemas
informáticos fiables y en los que se debe prestar especial atención a estos
puntos importantes: las revisiones periódicas de los logs, la disgregración de
funciones, y los interfaces entre distintos sistemas.
La revisión de
los logs del sistema permite garantizar que no se hayan realizado operaciones
sospechosas en los sistemas. La disgregración de funciones es realmente duro de
implantar, pero muy necesario: el que tiene acceso a ver los datos, no puede
tener acceso a modificar los programas. Parece obvio, pero muy pocas empresas
tienen esta segregación implantada.
Los interfaces
entre sistemas es el talón de Aquiles de los sistemas: los interfaces son
manuales, o via ficheros que se pueden manipular en el proceso de inserción en
el sistema destino. Y se manipulan.
La importancia
de los sistemas en su empresa no es pasar la auditoría. La importancia es que
lastran el valor de su empresa: si los
inversores dudan de su contabilidad, el precio baja notablemente. Si su empresa
es una multinacional con una veintena de sistemas contables, su precio se
hunde, da igual lo que su empresa produzca. Esto es el pan nuestro de cada día
de las due dilligences pero, de forma mucho más notoria, es lo que vemos cada
día en los desplomes de empresas cuyos fundamentales son implecables, hasta que
se descubre no ya un “error” contable, una interpretación “generosa” de los
principios contables, sino sencillamente que sus sistemas informáticos no son
robustos, integrados y uniformes a nivel transnacional.
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